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Los deseos son estados mentales conativos que se expresan con términos como "querer", "anhelar" o "apetecer". Una gran variedad de características se asocia comúnmente con los deseos. Se consideran actitudes proposicionales hacia estados de cosas concebibles. Pretenden cambiar el mundo representando cómo el mundo debería ser, a diferencia de las creencias, que pretenden representar cómo el mundo es en realidad. Los deseos están estrechamente relacionados con la agencia: motivan al agente a realizarlos. Para que esto sea posible, un deseo tiene que combinarse con una creencia sobre qué acción lo realizaría. Los deseos presentan sus objetos bajo una luz favorable, como algo que parece ser bueno. Su cumplimiento normalmente se experimenta como placentera, en contraste con la experiencia negativa de no lograr hacerlo. Los deseos conscientes suelen ir acompañados de alguna forma de respuesta emocional. Si bien muchos investigadores están más o menos de acuerdo con estas características generales, hay un desacuerdo significativo sobre cómo definir los deseos, es decir, cuáles de estas características son esenciales y cuáles son meramente accidentales. Las teorías basadas en la acción definen los deseos como estructuras que nos inclinan hacia las acciones. Las teorías basadas en el placer se centran en la tendencia de los deseos a causar placer cuando se cumplen. Las teorías basadas en el valor identifican los deseos con actitudes hacia los valores, como juzgar o tener la apariencia de que algo es bueno.
Los deseos pueden agruparse en varios tipos según algunas distinciones básicas. Los deseos intrínsecos se refieren a lo que el sujeto quiere por sí mismo, mientras que los deseos instrumentales son sobre lo que el sujeto quiere por otra cosa. Los deseos occurrentes son conscientes o causalmente activos, en contraste con los deseos parados, que existen en algún lugar en el fondo de la mente. Los deseos proposicionales se dirigen a posibles estados de cosas, mientras que los deseos objetuales se refieren directamente a los objetos. Varios autores distinguen entre deseos superiores, asociados con metas espirituales o religiosas, y deseos inferiores, relacionados con los placeres corporales o sensoriales. Los deseos desempeñan un papel en muchos ámbitos diferentes. Hay desacuerdo sobre si los deseos deben entenderse como razones prácticas o si podemos tener razones prácticas sin tener el deseo de seguirlas. Según las teorías del valor de la actitud adecuada, un objeto es valioso si es adecuado desearlo o si debemos desearlo. Las teorías del bienestar basadas en la satisfacción del deseo afirman que el bienestar de una persona está determinado por si los deseos de esa persona están satisfechos.